La gripe es una enfermedad infecciosa aguda, fundamentalmente de transmisión respiratoria y con gran incidencia en la población. Está ocasionada por el virus de la gripe y se presenta principalmente en los meses de invierno.
La primera vacuna contra la gripe estuvo disponible en 1945 en los Estados Unidos y, desde entonces investigadores y fabricantes de vacunas, desarrollan cada año una vacuna que contenga las variedades de virus que creen que circularán en la próxima temporada de gripe.
La vacuna contra la gripe, ofrece un efecto de protección e inmunidad contra la gripe que dura un año. Aunque quizá la vacuna no pueda garantizar que las personas de edad avanzada no se enfermen de la gripe, sí es una manera eficaz de prevenirles de las complicaciones y la muerte.
La medida más eficaz para protegerse contra la gripe es la vacunación. El índice de la eficacia de las vacunas es alrededor 80%, así que es muy importante que además de que las personas se vacunen, sigan tomando otras precauciones para cuidarse. Principalmente lavándose las manos frecuentemente, comiendo bien, incluyendo en su dieta alimentos ricos en vitamina C, pero sin exagerar porque el exceso de esta vitamina causa diarrea, especialmente en las personas de edad avanzada y los niños pequeños.
La extrema contagiosidad del virus de la gripe condiciona que cada invierno se produzca una onda epidémica estacional, que tiene importantes implicaciones en determinados grupos poblacionales como los ancianos, enfermemos crónicos, y otros, en los que éste proceso tiene frecuentemente complicaciones graves.
El modo de transmisión más frecuente es la vía aérea entre personas aglomeradas en espacios cerrados. También puede transmitirse por contacto directo mediante las gotitas de saliva que emitimos al hablar, toser o estornudar y a través de las manos contaminadas, ya que el virus gripal puede persistir durante horas, especialmente en ambientes fríos y con baja humedad.
El objetivo de las campañas de vacunación es reducir la mortalidad y morbilidad asociada a la gripe y el impacto de la enfermedad en la comunidad. Por ello, se dirigen siempre fundamentalmente a proteger a las personas que tienen un mayor riesgo de presentar complicaciones en caso de padecer la gripe, a las que pueden transmitir la enfermedad a otras que tienen un alto riesgo de complicaciones y aquellas que, por su ocupación, proporcionan servicios esenciales en la comunidad.
El momento óptimo para vacunar a las personas de alto riesgo es entre mediados de septiembre y mediados de noviembre teniendo en cuenta que la onda epidémica de Gripe se presenta, generalmente, entre principios de diciembre y medianos de marzo.
Si se va a vacunar contra la gripe debe tomar en cuenta que la protección que el organismo desarrolla gracias a la vacuna, tarda 1 o 2 semanas en hacer efecto. Por lo que es posible que una persona que se vacune después de diciembre, se enferme de la gripe, pero como resultado de haberse expuesto al virus de la gripe antes de que la vacuna le protegiera, y no como resultado de haberse vacunado
Las contraindicaciones para la vacunación frente a la gripe:
-En los menores de seis meses y en aquellas personas que hayan tenido alguna reacción alérgica grave al huevo, a la proteína de pollo o contra alguno de los componentes de la vacuna.
El riesgo de padecer efectos secundarios o reacciones alérgicas, tras la administración de la vacuna de la Gripe, es muy bajo. El efecto secundario más frecuente suele ser el dolor en el lugar de la inyección que puede durar alrededor de 2 días, pero que no impide realizar las actividades normales. Algunos niños que no han estado expuestos al virus de la Gripe con anterioridad pueden tener fiebre y malestar general tras la vacunación. Estos síntomas, si ocurren, comienzan a las 6-12 horas de la vacunación y desaparecen en 1-2 días.
¿Cuáles son estas personas?
1.- Personas con enfermedad crónica de cualquier edad:
• Enfermedades crónicas cardiovasculares (-excepto la hipertensión-).
• Enfermedades pulmonares, incluyendo displasia bronco-pulmonar, fibrosis quística y asma.
• Enfermedades metabólicas (incluyendo diabetes).
• Insuficiencia renal.
• Hemoglobinopatías y anemias; asplenia.
• Enfermedad hepática crónica.
• Enfermedades neuromusculares graves.
• Inmunodeficiencias, incluida la originada por la infección de VIH, por fármacos, en los receptores de trasplantes o de cualquier otro origen.
2.- Personas mayores de 65 años.
3.- Niños y adolescentes menores de 18 años que hayan recibido tratamiento prolongado con ácido acetilsalicílico, por la posibilidad de desarrollar el síndrome de Reye.
4.- Embarazadas.
5.- Niños y adultos con obesidad mórbida (Índice de Masa Corporal mayor de 40).
6.- Personas que atienden, cuidan o conviven con personas con riesgo de complicaciones.
7.- Personal sanitario, policías, bomberos, trabajadores de transporte público y en general trabajadores esenciales para el funcionamiento social.
ATS. GABRIELA DOCE
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