miércoles, 9 de noviembre de 2011

Inmovilismo en el anciano

La inmovilidad en el anciano puede originarse por una extensa lista de causas, muchas de ellas presentes simultáneamente.
Conforme nos hacemos mayores se producen cantidad de mermas biológicas y psíquicas. Entre ellas destacamos: cambios en los órganos sensoriales, en el sistema respiratorio, en el aparato digestivo, en el sistema endocrino y metabólico, en el aparato cardiovascular, en el sistema renal, en el aparato locomotor, en el sistema nervioso, en el sistema inmunológico, en la piel…; a nivel psíquico; cambios neurológicos, en la memoria, en la creatividad y trastornos en la afectividad (depresión, episodios maníacos, trastornos orgánicos del humor, etc.). Todos estos cambios pueden acelerarse en su aparición o retrasarse en aparecer; según el estilo de vida que haya llevado cada persona.
A la vejez se le ha atribuido siempre una tendencia al reposo y al sedentarismo, por lo que se reduce la capacidad de movilizarse del anciano, restringiendo las alternativas de su vida y quedando dependiente de otras personas. La persona inmovilizada se encuentra en un círculo vicioso que comienza desde la inmovilización. Tras ella sufre modificaciones en el aparato locomotor (rigideces, músculos fláccidos, falta de movimiento articular, problemas para mantener la posición erecta, etc). Estas secuelas dificultarán la reanudación de la marcha en condiciones de riesgo de caídas, desarrollando miedo a caminar por su merma física, causando aún más inmovilidad, con complicaciones que afectan también a la salud general. El movimiento no se reduce a una actividad mecánica, sino que está influido e influye en la función psíquica del individuo. El movimiento es el medio a través del cual el individuo se pone en relación con lo que le rodea. Por esto es tan importante mantener las facultades que se conservan durante el mayor tiempo posible y la estimulación psíquica y física, para que no las vayan perdiendo por el paso del tiempo.
 Consecuencias de la inmovilización:
·        Dolor, chasquidos al movimiento, sensación de inestabilidad en las articulaciones, osteoporosis, osteoartritis, retracciones tendinosas, contracturas, rigidez, deformidad articular, posturas viciosas no fisiológicas, trombosis venosa profunda, hipotensión, disminución del riego periférico y del volumen-latido cardiaco, aumento de la producción de moco, neumonía aspirativa, disminución resistencia al esfuerzo, deficiencias inmunológicas…
Beneficios del ejercicio físico en el anciano:
·        Regula la tensión arterial, controla y previene la arterioesclerosis, previene enfermedades del corazón, mejora la circulación, mejoran los reflejos, baja el colesterol y ayuda a reducir peso, fortalece los huesos (ya que se pierde densidad ósea en todo el esqueleto, mengua la altura y se transforma la silueta) y músculos (pierden su masa fibrilar a favor de la masa grasa, sus células se destruyen sin regenerarse y se vuelven finos y ajados, perdiendo volumen y la capacidad de contracción y de respuesta adecuada, se pierde potencia en los músculos de extremidades, por lo que la deambulación se vuelve torpe e insegura, aumenta la laxitud y el descolgamiento a nivel tendinoso), aumenta la flexibilidad en las articulaciones, combate la osteoporosis, elimina las sustancias tóxicas, mejora la imagen corporal y autoestima y colabora a superar mejor el trauma de la jubilación.
Normas para el ejercicio físico en los ancianos:
Hay que adaptar el nivel del ejercicio físico a las posibilidades de cada persona; vigilar la capacidad cardiaca ante el esfuerzo. Seguir determinadas pautas:
·        Comenzar el ejercicio pausadamente, sin esfuerzos bruscos, realizando un precalentamiento de al menos 5 minutos. Aumentar la intensidad paulatinamente.
·        Reducir conforme se vaya acercando el final de la sesión física la intensidad de los ejercicios, realizando estiramientos tanto al comienzo como al fin de la sesión
·        Intercalar momentos de actividad fuerte y momentos más relajados.
·        Andar antes que correr
·        Respirar siempre por la nariz, expulsando el aire por la boca
Las actividades cotidianas contribuirán enormemente a mantener la movilidad y la salud, como son cuidar el jardín y las plantas, pasear con familiares y amigos, bajar y subir las escaleras, cocinar, ir de compras, utilizar ambas manos para realizar actividades como el escribir, coger los cubiertos para comer…
Dar vida a los años a través del ejercicio físico, efectos del ejercicio físico mantenido:
·        Colabora al mantenimiento de las capacidades superiores (intelectuales)
·        Estimula el sistema nervioso central
·        Retrasa el proceso de envejecimiento, procurando la realización de aquellas actividades físicas que reporten mayores beneficios bio-psico-sociales, de manera que se consiga su adherencia a una vida activa que aumenta la calidad de vida
·        En el anciano enfermo, la actividad física supone un medio terapéutico, a veces insustituible
·        Contribuye a dejar de fumar
·        Se retrasa el comienzo o la progresión de los deterioros consecutivos a los procesos patológicos para prevenir las discapacidades que llevan al anciano a la dependencia en los demás.

Fisioterapeuta --- Vanessa Lucía Membrilla Ruiz
 

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